Una palabra buena se dice pronto.
Sin embargo se nos hace tan difícil pronunciarla a veces.
Nos detiene el cansancio, nos distrae la preocupaciones, nos frena un sentimiento de frialdad o de indiferencia egoísta.
Así sucede que pasamos al lado de personas, a las cuales aún conociendo, apenas les miramos el rostro y no nos damos cuenta de lo que están sufriendo por esa sutil agotadora pena de sentirse ignoradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario