martes, 21 de diciembre de 2010

Sirimiri lento

Llovió tanto en las calles
que se empapó mi ropa.
Parpadeó la noche,
la villa y el neón
diluyeron su luz
sobre la lluvia lenta.
Anduve por andar.
Senté el cansado cuerpo
sobre un banco del parque
sin desear el sol.
Y estando tan mojado,
por sirimiri lento,
sin añorar la luna,
sentí el viejo Bilbao
que me acercó el recuerdo.


Bilbao, capital mundial.

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